viernes, 6 de septiembre de 2013

Déjame que se yo.


Déjame que sea yo,
déjame que sea yo  el que se cuelgue de tus labios,
que sea yo el que se anude en tus brazos.
Déjame que sea yo el que se pierda entre tus piernas,
el nade entre tus besos.

Deja que me quede sin aliento,
entre tus respiraciones,
que respire de tu aire,
del de primavera,
y por dios de del puto otoño, ese siempre le quise entero.
Déjame apartar las hojas que nos caigan encima,
y darle patadas a todos los montones,
que se pierden y vuelan entre las calles de esta isla.
Ya sabes, beber lágrimas y escupir sonrisas.

Déjame que sea yo el que te ponga banda sonora,
el que te obligue a escuchar canciones ridículas.
El que se sienta como un héroe entre tus brazos.
Mil reyes, mil imperios quemaron,
por el tesoro que encontré entre tus piernas.
El que gobierne en su mundo desde tu cama.
El que vea la felicidades entre los pliegues de los dedos,
de los pies.

Quiero ser yo el que te haga cosquillas.
Quiero ser yo a quién le escupas esas putas benditas sonrisas,
a borbotones.
Créeme, la culpa fue tuya,
yo nunca te pedí que sonrieras tan bonito.

Déjame cambiarte tus sueños de noche,
por días de sueños, salpicados,
de noches sin sueño.
Siempre estuvo la luna en tu boca.
Y todas las estrellas se esconden en nuestro cuarto.
Nunca las buscamos entre las sábanas,
siempre están a reventar de besos.