jueves, 1 de agosto de 2013

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A veces todos caminamos deprisa hacia ningún sitio...
Incapaces de distinguir aceras, carriles para puñeteras bicis, señales, luces de colores... a veces no vemos ya ni donde pisamos y solo vemos el final de la luz...
Solo nos paramos a inspeccionar el suelo, cuando no nos hemos atado bien los cordones, y lo hacemos maldiciendo y por accidente.

Caminamos perdidos, quien vea que camine perdido. Los ojos ya están cansados de mirar...porque van a donde la vista no llega.
Porque quien no ve normalmente camina a un destino fijo. A donde le alcanza la vista...
No es que sea gloria llegar o no, porque solo en una esquina una triste tarde de octubre te vas a pirar de aquí... Espero hacerlo en un rincón de una casita muy pequeña mirando por la ventana y diciéndome, "esto es todo lo que has andado caminando" con todas las posesiones materiales y no...concentradas en la otra esquinita y desde allí, dejarles suerte.

Vendita gloria a quien camine con los ojos ciegos, porque cuando llueve todos entrecerramos los ojos para poder ver mejor. Y sería estúpido pensar que quien más les abra, más ve.
Cambiamos horas de luz luna por un poco de inspiración, de la que ya estaba escrita en papiros, y nadie la ha traducido aun a pdf. Vendemos segundos por descansos, cambiamos horas por segundos y segundos por un titubeo en el camino que coger.

No es que nadie sepa a donde va. Es que... rara vez se paró a pensar porque va hay, ¿que hace allí? ¿Qué hay allí? ¿Qué hace un hombre allí?¿Para que es eso?¿Si borraramos todo el sistema social...seguiría siendo necesario?
Vendemos y compramos como en una tómbola loca esperando al último cartón como si fuera el gordo. Y el barraquero sigue gritando premios y premios, y después de recoger el premio todos los ganadores se dan la mano con él por detrás. Y hay muchos cartones tirados por todas las partes, pero esos nunca tocaron...

Supongo que el mundo funciona con las reglas del monopoli, pero aquí el dinero falso no vale, vale todo lo falso, menos el dinero, el dinero no. Aún así seguiré alabando a los que se dedican a jugar con las reglas de la oca, a quien haya vencido "el odio, la codicia y la ambición".

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