domingo, 8 de diciembre de 2013

Otra noche...


Cada día todo es un poco más caro. Y todos estamos más lejos de todo.
La promesa de un nuevo día como el que venga, antes traía terror. Y ahora indiferencia, ya no sientes miedo al tedio.
Mares y gotas, entre océanos de pensadores. Y tu lloviendo.
Parece que todo ya está inventado y escrito.
Pero cuando los ojos, que siempre llevas entrecerrados se cansan aún más de ver.
Algún rato de lucidez, ves que de alguna manera sigues ahí. Sigues vivo.
De alguna manera, lo fácil sería huir. Lo fácil siempre fue hacer lo que a uno le apetece sin pensar en nada más. Huir a tus paraísos de tus presentes. Lo fácil es la música comercial y todo eso que ya ha creado el hombre sobre mentiras y más mentiras.

Pero a veces cargamos a la espalda piedras. Y seguimos aunque estemos hasta los huevos de seguir.
No pensamos que todo es una opción. Eso ya lo pensamos hace años y tomamos decisiones. Cambiamos las decisiones pasadas por incontables esfuerzos en el presente. Y esperamos al futuro.

Y no esperamos con cara de niños buenos, le levantamos el dedo. Y le gritamos que si tiene cojones de venir con más mierda aquí estamos. Firmes como el niño, el niño es tan inocente que no teme. Pero siempre le protege el hombre como una guerrero que embiste solo si tocan, al que ahora lleva su sangre, como una madre. Como un soldado sin nación, ni bandera, solo con un hogar.

Quizá una batalla pueda librarse de muchas formas.
A veces entre toda la mierda, vemos a donde queremos llegar. Y no ponemos escusas de que no estamos allí por mi o por ti o por nadie. Vamos a afrontar esto como auténticos hombres y libres.
Vamos a llegar hasta el final. Y da igual las horas malas que haya por el medio. Porque eso es de cobardes y tú has decidido que ya no quieres serlo.

Y si confiamos la felicidad a un futuro esquivo. Por lo menos tiraremos todas las putas cartas, pondremos la puta mesa patas arriba y gritaremos que nosotros tuvimos los santos cojones de jugarnos la vida a una puta carta, como el antisocial que no acataba nada, que bebía whisky con los hombres con corazón, que sudaba esfuerzo y miraba como un luchador, que era mitad hombre y mitad niño. Y que pelea como un hombre por todo lo que sueña como un niño.

La única puta carta que podía llegar a hacernos felices.

Y vamos a llegar hasta el final. Sin descanso y sin misericordia.

 
"Si has decidido ya, jamás tener piedad, tan solo justicia para ti."

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